LA CUARTILLA DE LA MESILLA: AVANZAR UN PUPITRE MÁS
La cuartilla de la
mesilla AVANZAR A UN PUPITRE MÁS
El pasado 04 de julio
de este año 2016, justo un día después de haber cumplido 58 años, estaba viendo
por la televisión por cable el canal de TVE, eran las 8.30pm, y daban una
película en ese horario acostumbrado de lunes entre las 8:00pm y las 10:00pm;
no alcancé a ver los créditos de la cinta que se estaba anunciando en ese
momento, me llamó la atención pues en las primeras escenas se apreciaban
personajes de la España de finales de los años 70 del siglo pasado, bajo los
temas musicales del grupo mocedades, aquellos triunfadores del eurovisión de
esos años; y durante el desarrollo de los primeros minutos, observé al
personaje principal, Ramón, un niño de aproximadamente doce o trece años, que
llegaba junto a sus padres a Sevilla. En las escenas de la escuela de esa época
también llamó mi atención el detalle de los salones como los colegios de ese
tiempo: paredes mitad friso, mitad cerámica perfectamente ordenada hasta abajo,
y pupitres encajonados de esos
años-nostálgicos tal vez para mí-. En un momento, uno de los profesores-tan
similares a los que me enseñaron en mis años de colegial-, iniciaba una
competencia entre los alumnos, sobre nombres y menciones de historia,
geografía, y otras disciplinas, y cuando alguno de los alumnos no respondía a
satisfacción del interrogante inquisidor, debía pasar a ocupar el puesto en la
fila, en la lejanía de esos inmensos
salones con olor a cuadernos, libros y papel recién cortado, quien sí había
acertado la pregunta; también observé atento que en la ambientación del salón
de clases figuraban el crucifijo con nuestro señor Jesucristo, a un lado de la
pared frontal, y en el frente y lado derecho, figuraban los retratos del caudillo
Francisco Franco y de José Antonio Primo de Rivera, fundador del movimiento de
falange española tradicionalista; sin duda las mayores referencias en esa
España, considerada por muchos autores de ese tiempo como oscura y llena de
mentiras provocadas por la clase gobernante; inmediatamente pude evocar mis
años en el Colegio San Agustín del Paraíso, Caracas, de finales de los años
60 e inicios de los años 70; necesariamente, hube
de comparar ambos escenarios: el de esas generaciones de españoles y los míos
propios en mi colegio, muy cercanos en generaciones, con los mismos misterios,
ocultaciones, temas susurrados en los recreos, temas ampliamente censurados de
forma asombrosamente similar, dado que en la península reinaba una dictadura y
en Venezuela una democracia incipiente, estrenada cuando nací, en 1958; en la
película, se observan también escenas de acoso escolar o bullyng como se dice
ahora, tan iguales a las que se vivían en
esos difíciles años de escuela, sin
derechos e intereses superiores del niño, sin perjuicio a su desarrollo mental
o físico, sin denuncias histéricas de representantes ante Fiscalías de Niños y
Adolescentes, por la más simple malacrianza de un niño de hoy, sin las
inquisidoras normas de la hoy LOPNNA como se conoce a los textos legales
aprobados en esta “tan moralista y humanista quinta República venezolana”. Pero
lo que me anima a llevar estos breves comentarios a nuestra cuartilla de la
mesilla, es que, cuestionando desde aquí los efectos y/ o defectos quizá, de esa forma de
educación impartida a esas generaciones de españoles, me pregunto muy ansioso
si ese régimen calificado de oprobioso generó a su vez un denominado “hombre
nuevo” en el imaginario falangista o fascista en la terminología de los
adversarios amantes del socialismo y comunismo embrionarios en sus madrigueras para evitar la acción del
gobierno franquista, y si esa sana
competencia deslegitimaba el ideario socialista fantoche de las sombras, en contra
de una supuesta “libertad e igualdad” tan mancillada y hasta criminalizada. Recuerdo,
haciendo memoria de hace más de 45 años a mis maestros de la época, muchos de
ellos de “nacionalidad española”,
quienes impartían todas las asignaturas: lenguaje, castellano, inglés,
biología o ciencias naturales, matemática, historia universal y de
américa, maestros integrales como se
exigía en ese entonces, y dejando la enseñanza de las materias cívicas y
patrias(historia de Venezuela, documental y crítica, geografía de Venezuela,
entre otras similares) para que fueren impartidas por maestros venezolanos por
nacimiento o por naturalización; para mencionar a algunos de mis recordados
maestros de los años 60: Eusebio Vicente Oyobaren y Celestino Galindo Rodríguez, quienes entre
muchas estrategias de formación, ejecutaban competencias entre los alumnos para
ver quién velozmente contestaba preguntas sobre nombres de ciudades, capitales
venezolanas y mundiales, preguntas del sistema circulatorio, aparato digestivo,
quién descubrió el barómetro, o qué era el ambar y su empleo en las industrias,
entre muchas, y coincidencia de coincidencias, éramos formados por ciudadanos
españoles a su vez , provenientes en su mayoría de generaciones de españoles
inmediatos a la guerra civil ocurrida en ese país entre los años 1936 y 1939, adultos
jóvenes de esos tiempo, de seguro, y que, por muchísimas razones, emigraron a
nuestra América, Venezuela y dejaron aquí su descendencia; me pregunto: como
generaciones de venezolanos e hijos de inmigrantes, será que recibimos entonces
educación de calidad? O fue una educación aburguesada, sesgada y clasista como
vociferan los izquierdosos de siempre?
Con dolor vemos cómo ahora en la pobre Venezuela quinta republicana, ya no hay alumnos que responden veloces para
avanzar y permanecer invictos en un primer pupitre del salón de clases, sino
más bien, salen de esos salones, desertan en su mayoría, se hunden en ese
terrible mundo dependiente de teléfonos inteligentes, tabletas sin controles,
controles paternos desconfigurados, redes sociales y medios de internet, en el
mejor y menos ofensivo de los casos y en
los peores para prestarse y ser replicadores de la anticultura y los
antivalores, como idolatrar a personajes para nada históricos, sino a aquellos falsos mecenas que, sin el mayor escrúpulo, con más supremo chantaje, o si como tratándose de mascotas, les dan, como
sobras de altos festines, alguna computadora “canaimita” o una que otra bolsa con
dudosos productos alimenticios , previo juramento de tristes lealtades políticas, puedo deducir entonces que, no era tan funesta la educación con tintes
españoles administrada a nosotros los venezolanos de los años 60 detrás del
charco, como dicen allá en el reino de España, es decir, tan funesta por
provenir de la “finca de Franco”; creo que todos esos niños y jóvenes de tales
décadas del siglo pasado, ahora venezolanos en su mayoría sesentones o casi, no
hemos sido tan malos como prejuzga siempre aquel ser resentido de tanto odio y
envidia; tal vez no hemos sido el hombre modelo u otra propuesta de los textos
educativos de esos días y horas vividas,
pero sí nos enseñaron y nos dejaron en legado(autentico legado en
vida) la natural y sana competencia para avanzar, retroceder,
llegar al primero o último pupitre en el salón de clases, meritocracia sin más; no vemos desde luego a ese “hombre nuevo o mujer nueva” invento trágico
de la actual casta que gobierna a la
atribulada Venezuela del 2016, o sí tal vez, en los rostros de tanta
humillación y de tanto prontuario delictivo que vemos a diario. Gracias, Colegio
San Agustín del Paraíso, ya hasta te sigo por el twitter. Aquí les dejo esto a mis lectores, hasta la
próxima
JUAN CARLOS COLMENARES
ZULETA. Alumno agustiniano y ucabista.
Caracas, 01 junio 2016.
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