ANECDOTARIO DE LOS CUARENTA AÑOS DE GRADUADO 1981 2021
EL CLIENTE MITÓMANO
El
siguiente relato se basa en hechos que fueron ciertos, y me ocurrieron cuando
ya tenía casi 10 años de egresado de la Universidad Católica Andrés Bello. He
cambiado los nombres de los actores en este caso para conservar su anonimato y
el de terceros que pudieren sentirse contrariados con el mismo, dado que he
decidido publicarlo oportunamente.
Era
el año 1990, en ese entonces venía de un reciente fracaso societario con una sociedad que, como un matrimonio
forzado, no nos hizo en ese momento de nuestras vidas los más idóneos y
compatibles para tener un fin único,
profesional y/o comercial, según se vea. Me había ido, más bien refugiado o
exiliado en la oficina de un amigo confraterno de la infancia y adolescencia;
intentaba así poder levantar el vuelo como abogado que me había determinado al
dejar el organismo oficial en el cual trabajé los últimos diez años anteriores;
una de esas tardes de ese año 1990, recibí una llamada, en mi domicilio pues
para esa época aun no sabíamos nada de telefonía celular, apenas los beeper o
buscapersonas como la última moda; me avisan de quien se trata, del señor
GABINO PRATO, ¿Quién era ese señor? En un primer momento no le recordé, sin
embargo siempre me he jactado de tener excelente memoria, así lo dicen, entonces rememoré y lo visualicé ,
ciertamente, en una de esas reuniones de unos pocos años antes, en esa inmensa
variedad de personajes desfilantes, sí conocí a GABINO PRATO, me contó entonces por teléfono
que según su relato, la oficina de planeamiento urbano la OPSU en su momento le
había reconocido unos pagos expropiatorios de unos terrenos a su favor y era su
deseo de invertir en bienes inmuebles(ya tenía según decía vistos algunos); lo
cité a mi oficina para la mañana siguiente, así se presentó, el señor GABINO
PRATO, bajito y calvo, de aspectos desgarbado en realidad, siendo mucho más
joven que yo en ese tiempo pues si logré ver su cédula de identidad casi por
casualidad en una carpeta que portaba, sobresalía de entre las hojas; allí me
relató más detalles de sus operaciones y proyectos; en principio pensé que se
trataba de documentar todas las operaciones con la debida asistencia y asesoría
respectiva motivo por lo cual le requerí la presentación de los documentos de
propiedad, el expediente expropiatorio y sus pagos y los demás anexos y
detalles; no me precisaba si los tenía, le señale que eran fundamentales.
Igualmente le pregunté si los fondos ya eran disponibles o si los había
colocado a plazos fijos (eran otros tiempos), no me daba detalles de eso, me
extrañaba, y que la operación se
concretaría en los próximos días.
Algunos días más tarde me señaló que ya había unos
inmuebles que estaría interesado en adquirir y que era su deseo de visitarlos
conmigo; así en efecto se hizo, fuimos una tarde sobre las 200pm hasta el
municipio El Hatillo(que en ese momento aun funcionaba bajo el municipio
Baruta), hasta los inmuebles, dos casas grandes y hermosas (una de ellas
valoradas en ese entonces (1990) en Bs 16,000.000 aproximadamente por boca de
su propietario o administrador (era muchísimo dinero para la época), la otra
vivienda valía algo más (nunca supe ni me señaló la cifra); luego lo
desconcertante¡ me planteaba que una vez compradas las viviendas, me ofrecía una
especie de usufructo ilimitado(aunque él mismo no sabía obviamente las
denominaciones contractuales)para que yo viviera allí: dudé de inmediato, a cuenta de qué? y pensé, mientras regresábamos, esta sería
algún tipo de encubrimiento? O como conocemos hoy, un caso de lavado de dinero?
Pasaron luego unos ocho días, una semana, nos volvimos a contactar (por vía
telefónica), no le acepté su propuesta, la desconfianza se apoderó de mi
sentido común(tan importante), solo me limité a señalarle que trajera la
documentación para redactar todo e iniciar los trámites registrales, asimismo
volví a preguntarle sobre la negociación, hablaba en el teléfono de cuatro
personas( omito los nombres) quienes harían la supuesta transacción definitiva,
no me daba más detalles, en mi interior deseaba más bien que desapareciera,
algo me advertía que no había nada cierto. Finalmente, después de más de un (1)
mes, recibo una llamada suya, directamente a mi número de oficina (había dicho
en mi domicilio que no se recibiera ninguna llamada de este señor GABINO), con
voz extraña, atribulada diría yo, me indicaba que estaba viviendo en el
Hatillo, hacia el sector Santa Rosalía de Palermo, que estaba indispuesto,
hasta me indicó un número telefónico de contacto ( que resultó falso,) tomé
nota, le señale que luego le contactaría, paso ese día, y aproximadamente tres
días luego de esa extraña llamada, tocó a mi oficina una señora, que según
venía de su parte, en búsqueda de dinero¡ así lo había presentido, obviamente
le señalé que ese señor no era mi
cliente y no habíamos celebrado ningún convenio o transacción, la dama entendió
tal vez que su estatus era de estafada, y como vino así salió y hasta me dejó una lupa de lectura que aún conservo
por ser todavía útil.. Y así como apareció este señor GABINO desapareció, con pena tuve
que atender las llamadas de los hipotéticos vendedores de inmuebles, dar la
cara por este farsante estafador quien por obra divina no logró timarme nada
más que un almuerzo al principio. Andando el tiempo por azar del destino que a
veces resulta extrañísimo, me encontré con uno de las personas con quienes ese
señor GABINO compartió cuando le conocí, le conté el asunto, y me señaló que
este señor GABINO entre otros antecedentes, tenía problemas mentales y hasta
había estado detenido en múltiples ocasiones; pobre ser¡ no supe nunca más nada de él, se lo tragó la
tierra(ojala no le haya causado indigestión) ; entonces aprendí: siempre
solicitar información verificable de tu cliente antes que nada, de aceptar
nada, papeles y documentos indispensables en tu escritorio primero, cosas de ese ejercicio que comenzaba en 1990
para alguien que hasta la fecha había
sido solo un abogado ponente.
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