ANECDOTARIO DE LOS CUARENTA AÑOS DE GRADUADO 1981 2021
DOCENTE EN LA ESCUELA NACIONAL DE HACIENDA( EL
COMIENZO DE LO QUE VENDRÍA)
Cuando finalizaba mi carrera de abogado en
la UCAB, en 1981, estaba muy lejos aún de considerarme apto para dirigir, ni
siquiera una charla, ante un público que bien podría ser profundamente
desconocido; no figuraba en mis inmediatos planes una vez que egresé,
jovencísimo aun, con 23 años de la casa mater ucabista; con los pupitres aun de
posadera y con la incipiente y novel
experiencia aun en el trabajo que comenzaba a abrirse paso, el papel de
docente estaba más lejos que las más próximas galaxias y nebulosas ( millones
de millones). En el año 1982 compartía con la familia las vacaciones de ese
verano, en las hermosas playas de Chichiriviche Estado Falcón; estaba en
proceso de concurso para optar a un cargo de abogado en el organismo en que
trabajaba, la Contraloría General de la República, había cumplido 24 años ese
pasado mes de julio, y en las cálidas aguas bajitas y calmas de la zona,
conversábamos mi hermana(ya fallecida) y una amiga colega suya quien nos
acompañaba en ese paseo playero y nos comentaba la experiencia grata que había
sido para ella el impartir clases en la Facultad de Farmacia( era farmacéutica
como mi hermana), al escuchar su relato y luego su comentario sobre lo favorable que resultaba incursionar en ese
medio, llamó la atención de algún receptáculo de mi cerebro aquella idea
sugerida, en medio de ese sol de agosto; otro impulso decisor tuvo lugar
durante esas mismas vacaciones, cuando al leer la prensa en la casa de la playa
donde nos alojábamos (había prensa escrita en 1982) leí un aviso donde se
solicitaban docentes para un instituto universitario; eso también encendió en
mí un extraño y curioso aviso, como si una lucecita me indicara e incitara a ir
por ese camino; entonces pensé ¿podría ser un docente si era abogado? ¿sería
compatible? ¿estaría traicionando mis ideales? Lo consulté conmigo mismo, con
dios y mis propias fuerzas internas; le conversé a mi padre (hoy ya fallecido)
sobre mi interés en incursionar en las clases, en dictar clases; mi padre
siempre mantuvo excelentes relaciones de amistad con personas clave en esos
ambientes, por demás ambientes relacionados con la disciplina con quien años
más tarde me casaría( con el derecho tributario, con el derecho público),
amistades de antes, sin mezquindades, sin corruptelas, sin clientelismos ni complicidades como
ahora(lamentable); por intermedio de uno de esos valiosos amigos de aquel
entonces, pudimos concertar una entrevista con el ciudadano Director de la
Escuela Nacional de Administración y Hacienda Pública, el reencuentro de viejos
amigos ellos, yo allí cual principito pero sin vuelo ni alas, discurría la
reunión y aquel director adusto, serio pero afable a la vez me daba la
bienvenida a la institución (mi querida y recordada ENAHP hoy bajo las sombras)
para incorporarme a la carrera de licenciatura en ciencias fiscales en su
primer semestre; prudentemente me asignaron una sección, pues no traía más
experiencia que mi título y mis años en el Ministerio de Hacienda y la
Contraloría General, eran en ese momento seis(6) años, ese día de septiembre,
ya estaba contratado, ya iba a ser un profesor de la Escuela, como siempre se
me conoció en el tiempo; finalizó 1982, en ese fin de año ya había logrado por
concurso, mi plaza de abogado fiscal en la Dirección General de los Servicios
Jurídicos del organismo, dos bienaventuranzas nacían para mí, para aquel
muchachito que ni frisaba aun ni veinticinco (25) años, dos estrenos de vida
fueron el adorno y regalo aquellas
felices navidades, solo opacadas por la terrible tragedia eléctrica de Tacoa Estado
Vargas en ese diciembre. Amaneció 1983, y con dos flamantes debuts: como
abogado fiscal y como docente universitario, no podía pedir más, me sentía
pleno y exaltado, mis minutos de triunfo se dice ahora. Ese 10 de Enero 1983
entré en la Escuela, que quedaba en la Avenida Urdaneta de Caracas en ese
tiempo, me dirigí trémulo y con más miedo en las rodillas que la propia mente,
a presentarme a dictar mi primera clase, de la asignatura FUNDAMENTOS DE
DERECHO, contando con solo unas breves
nociones metodológicas que se me habían impartido en Noviembre de 1982; se iniciaba así mi largo préstamo como abogado
a la docencia que se convertiría en mi más fiel cliente aun hasta la fecha en
que escribo esta nota (2021); solo dicté clases por dos intensos años (1983 y
1984); en mi inocente visión de las cosas y las personas en esos pininos años,
no imaginaba que en esos escenarios habitare la intriga y la envidia, que
locuaces y traicioneras hicieron que se interrumpiera ese magnífico trabajo
que, con éxito y tropiezo natural, había
desarrollado con total responsabilidad y entrega; me fui de mi amada Escuela en 1985, para
asirme a nuevas experiencias y profundos conocimientos (postgrado incluido y
horas docentes en otras casas de estudios) que permitieron mi regreso a esa
bella alma mater en el año 1995, diez años después, en los cursos de extensión
universitaria (sectores público y privado) y más tarde nuevamente los estudios
de pregrado y postgrado; recomenzaba mi unión con la Escuela, ya en una sede
propia en Los Ruices , Caracas en un
nuevo y apasionante ciclo de tiempo e historia, personas y afectos que duraría
hasta 2010 y con unas breves tocatas en 2019, la Escuela fue mi precursora y mi
mater académica de lo que más adelante
cristalizaría en la Universidad Central de Venezuela hasta mi jubilación en
2018…y aún sigo como un abogado prestado
al servicio de enseñar a las siguientes generaciones…
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