ANECDOTARIO DE LOS CUARENTA AÑOS DE GRADUADO 1981 2021
CUARENTA AÑOS EN LA ABOGACÍA
Y llegó 1981, cuánta espera de entonces, luego
de cinco años de largos saberes y disciplinas florecientes, después de la mitad
de los años 70 del siglo XX pasado; las más grandes expectativas, el
crecimiento en edad y en incertidumbre por qué no? A diferencia del mundo
generacional de hoy que, avieso e insolente mira tras las ventanas de su
juventud, hoy sin mayor desenfado que una pantalla de celular o tableta,
nosotros, aun siendo muy jóvenes, sí sentíamos el peso de lo que se nos exigía,
y viniendo la mayoría de casas y hogares donde la máxima de vida era el sentido
común y el temor de Dios, mirábamos trémulos a través de las ventanas, esas
bonitas de abejita, de la Católica que ahora es su logo oficial, pues qué otra
cosa podíamos esperar con tan poca edad aun y con inmensas ganas de ser un buen
jurista, la misión que vendría. Se eligió a nuestro padrino Dr Sebastián
Artiles (QEPD) de entre otros candidatos,
a Dios gracias, al menos para mí fue la mejor elección, quizá hoy lamentaría
ver en mi anillo de grado y en los recuerdos, nombres ingratos e innobles, por
decir lo menos. Para el mes de junio de 1981, hace 40 años, estábamos ya en la
recta final de nuestra primera vida de estudiante, en la primera parte de esa
suerte de obertura de la larga ópera que nos aguardaba. Se fijaron fechas de
los exámenes finales (curiosamente encontré
recién en mis archivos una constancia de calendario presentada a mis jefes
de la época) y de ese calendario rescato para este relato el día 17 de julio, ese último día cerraban las evaluaciones, se
terminaba ese ciclo comenzado en el año 1976, el lustro que nos parecía
infinito, verdadera y auténticamente ese
mediodía final fue nuestro grado, volvernos de repente mayores de edad que
dejábamos las huellas de principiantes con firmas en camisas, tragos, bebidas y
música de cornetas, bailes en pasillos y demás notas alegres, recordando, tal vez, la danza y el canto de Platée
de la Folie de Rameau. Día 29 miércoles
se celebró la santa misa para dar gracias
a Dios en el auditorio del módulo 2 vestido de templo y santidad pues no existía
la actual Aula Magna ni la Capilla en honor a María Trono de Sabiduría,
allí recibimos el pater noster, el sanctus y el benedictus de anillos y títulos; también
pude encontrar la hoja litúrgica de ese día que conservo aun; se leyó el salmo
36 “..la boca del justo derrama sabiduría…” dos(2) lecturas de la palabra de Dios: Isaías
61, Carta Apóstol Santiago 2, y y el
Evangelio según San Mateo 4, y la Oración del Jurista también se recitó y se
oró. Día 30, jueves, de ese verano de
1981, la colación de grado, las solemnidades se imponían ahora, las etiquetas y
formalidades necesarias, y en nuestra profesión la vestimenta, el requisito
para entrar en el foro y en el parnaso; a las 6:00pm inició el acto, en el entonces auditorio
oficial, ahora revestido de fiesta, largas togas negras y birretes- ahora con
más ornamentos y estolas bordadas de colores-, y rostros de ilusión y de metas
cumplidas, de familiares y amigos también, hoy puedo apreciar en las fotos de
ese día a las autoridades y padrino, ya todos fallecidos; entramos en el
recinto estudiantes, salimos al anochecer como abogados rememorando a muchos que quedaron en el camino, no todos alcanzaban
el laurel del triunfo; nos marchamos de la Católica esa noche, dejando para
siempre esa historia escrita en cinco años, el libro tenía aún muchas páginas
que recorrer, reír, llorar y aprender, tenía apenas 23 años y nos llevamos su
mensaje UT INNOTESCAT ULTIFORMIS
SAPIENTIA DEI: PARA QUE SE CONOZCA LA MULTIFORME SABIDURÍA DE DIOS, vendrían
luego las horas y días de nostalgia por
los horarios y rutinas cesadas y los
rostros, personas, almas y sentimientos que quedaron en las aulas. Cuarenta
años han transcurrido desde entonces, varias generaciones de abogados se han
formado, en mi caso, con 63 años, me toca y nos toca recoger lo sembrado en todo este tiempo; las nóveles generaciones que han nacido en esos
cuarenta años, viven en tal velocidad de drones, Mbps y terabytes que hacen correr de
prisa los destinos que para nosotros, de otras generaciones , solo apreciábamos
vivirlo con la sencillez pero con la vigilia y astucia necesaria y buena, y
siempre conscientes de cada día, hora y minuto; las nuevas gentes hoy nos muestran que ha sido toda una vida, para
muchos discurrida de entre los escenarios de los tribunales y el ejercicio, de
la academia y la enseñanza a múltiples
generaciones, de los entornos
judiciales, de la oficialidad de registros, notarias, de la consultoría y
asesoría serena del tiempo vivido, testigos eso sí de los cambios que se dan y
de los tristes episodios de ahora, donde esa justicia, materia prima nuestra,
desaparece profusamente con su hijo, el Estado de Derecho en nuestra Venezuela.
Es fortuna de muchos de nosotros, el
haber amado y seguir amando lo que se estudió, de seguir cultivándolo aunque
sea con pocos medios, muchos desgastados tal cual decía Rudyard Kipling; en lo
personal, sigo enseñando el abecedario jurídico, sigo haciendo aun
academia del derecho, hoy bajo los
dictados online, sincronías, asincronías, instagram y demás recursos digitales
de ahora , siempre aprendiendo sin cesar, traspasando aun un poco de los nuevos
tiempos antes que pasemos a llenar los referentes, y que seamos solo leyenda de
hubo
alguna vez. Fuimos una
generación de oro, la pátina del tiempo no nos ha opacado el brillo de 1981. Elevo una oración por nuestros difuntos, por mis familiares difuntos quienes me acompañaron ese laureado día y desearon toda
suerte de bienes y logros, oramos por
nuestro padrino Sebastián Artiles, por nuestros condiscípulos difuntos que partieron a la Casa del Padre con
antelación. Celebro la vida de todos en este día. Desde esa tarde ingresé a la abogacía, me convertí en el abogado Colmenares
Zuleta, y hoy, aun con especializaciones
y títulos de master internacional, con estudios de doctorados cursados, obras
jurídicas propias y literatura de derecho escrita en físico y en redes sociales
sigo siendo el abogado Colmenares Zuleta: dejamos el relevo a las próximas generaciones
de abogados, las protagonistas de este siglo XXI, esperamos que
lo hagan mejor. Bendiciones
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