ANECDOTARIO DE LOS CUARENTA AÑOS DE GRADUADO 1981 2021
LA ESPECIALIZACIÓN EN DERECHO TRIBUTARIO UCV: FIN
DE DÉCADA ENTRE RELÁMPAGOS
Transcurría el año 1988, el séptimo año
desde que me convertí en abogado, aún en la Contraloría General de la República,
con recién cumplidos treinta años de edad, jovencísimo, pero más consciente y
con creciente realismo de pensamiento; en ese período de tiempo no estaba
dentro de la academia, eso me hacía
sentir triste, pero expectante, pues muy dentro de mí ya advertía los cambios
que llegarían a mi joven vida. Intenté, sin éxito cursar otros estudios,
incluso hasta intenté dictar clases en una institución tecnológica en Caracas,
luego de mi salida de la ENAHP, a la
cual nunca me acostumbré pese a no tener, de parte de las autoridades ni de los
alumnos obstáculos alguno, era cuestión de falta de identificación total con
aquel entorno y aquellas políticas y generaciones de estudiantes que ya
comenzaban a marcar los hitos poco formales y conflictivos de hoy día. Es así
como conversando con el supervisor inmediato de la oficina sobre los cursos de
postgrado que seguía en la universidad central en ese momento, inició en mi
mente la idea del estudio de cuarto nivel de los que carecía como formación;
ese supervisor, comprensivo a veces y egoísta en otras, no me alentaba sobre
estos estudios de tributario, decía que era “muy complejo”, que casi nadie los
estudiaba, que tal vez no era mi momento; no comprendía esos mensajes, y en
derredor no había estímulos ni aliciente para esas actividades (al menos en
esos años finales de los 80); un día en la prensa escrita (hoy ya no existe),
leí un aviso de preinscripciones en los cursos de postgrado de la UCV, y una de
las especialidades era derecho tributario; hasta ese momento, yo trabajaba
ampliamente en el área, había dictado clases del área en la ENAHP, en ese mismo
año ingresé en la AVDT con la presentación de credenciales y trabajo de
incorporación (que se materializaría en
el mes de julio de 1989)y estaba trabajando en mi proyecto de libro que justo
lo concebí en ese mismo año, de manera que me faltaba como colofón el título de
Especialista, así que pensé llegado mi momento, ese era el instante preciso; ya
habían problemas sociales, se levantaba la perversa izquierda desde ya, nos
aprestábamos a vivir las penas que ahora son mayores para esta atribulada y
depauperada sociedad venezolana del siglo xxi. Fui a la UCV, llegándome en El
Metro, que aun servía, caminé a lo largo de la avenida central (tristemente
llamada puente salvador allende bajo la complicidad de muchos), un día martes
del mes de octubre de 1988, me encaminé por el área de las canchas y las
antiguas residencias estudiantiles hacia la facultad de ciencias jurídicas y
políticas, concretamente hacia los galpones donde el postgrado se había mudado
de las quintas mary y lunita de Santa Mónica; todavía conservo la planilla de
inscripción en el expediente, cancelé los aranceles, no habría prueba escrita
mas sí una evaluación de credenciales y
entrevista con el coordinador que era el doctor Casado (QEPD); se fijó la
entrevista para la semana siguiente, un día jueves, recuerdo, sobre las 500pm
aproximadamente. Ese día de la entrevista, había ido a almorzar al restaurant
de la CANTV y sus largas colas de empleados y demás personal que acudía por los
precios (no era de mi gusto pero terminábamos allí de todos modos), mientras
comía imaginaba de qué trataría la entrevista? En cuáles áreas de
desarrollaría? A qué le daría prioridad el Coordinador? Ya le conocía por sus
obras de hacienda pública y por otras. De repente, se acerca a mi mesa una de
las secretarias que estaba almorzando con otro colega nuestro, me dice que el
amigo se encuentra mal, dejé la bandeja en la mesa, rápidamente fui con ella
hacia donde estaban, se veía mal, con su rostro grisáceo, temí fuera algún
infarto, me asusté mucho, como pudimos, él caminando(era un tipo fuerte), nos
llegamos hasta la emergencia de la CANTV, un doctor de allí le examina, nuestro
amigo desea ir a la sala de baño, trata de evacuar, lo asistimos ella y yo, el
medico nos dice que podría estar pre infartado, que debíamos llevarle a un
centro asistencial, preferiblemente a la cruz roja, salimos a la calle, no sé
cómo aguantaba este guaperas amigo, él vio por milagro un auto que se acercaba
conduciendo una persona a quien éste conocía. Bendito dios; nos llevaron a la
cruz roja, le ingresaron, le dejaron sin camisa para hacerle un electro, me
entregó su anillo de grado para que lo cuidara si le pasaba algo, avisamos por
teléfono a la oficina nuestra del edificio cercano, vinieron rápidamente
algunos compañeros (no había celulares aun en Venezuela); le dejaron en
observación, eran ya más de las 3,30pm, no había noticias inmediatas, veía en
el reloj que se acercaba la hora de la cita de la entrevista, me quería quedar
en la cruz roja, no quería moverme de allí, pasamos mucho susto, pensé que se
nos podría haber muerto frente a nosotros, y de pronto escuché a alguien, no
sé, “márchate a tu entrevista”. Subí a
mi oficina en el piso 10, guardé bajo llave el anillo que a los muchos días
devolví. Me fui en el Metro nuevamente hacia la UCV, muy trajeado y con maletín
como siempre, que ya en ese entonces
estaba rodeada de policías metropolitanos,
(era como para no asistir), las luchas que en esa fecha de libraban
desde afuera, y que ahora en el 2021 esos mismos (ñangaras y rojos incluidos) la libran contra
la institución desde los centros de poder. Pues fue así como llegué hasta el
sitio, me anoté en una lista, había muchas personas, había demanda por
ingresar, la gente salía del interrogatorio como si se tratase de un examen
oral, preguntaba de todo, desde el impuesto sobre la renta incluido y demás
derecho vigente) , recuerdo que alguien
dijo que el coordinador le interrogó sobre la consolidación de rentas de 1987;
me tocó el turno, yo al señalar a la Contraloría General como mi sitio de
trabajo, al leer sobre mis referencias ,
casi nada me preguntó de contenidos, y hasta saludos envió conmigo a muchos
alumnos y conocidos que aun trabajaban en el organismo, al fin salí del
compromiso de ese día, eran sobre las 730pm, alguien no recuerdo, me llevó
hasta plaza Venezuela, allí tomé el metro hasta el parque cristal donde
estacionaba(había adquirido esa costumbre desde hacía poco, el metro era
nuestro aliado, gustaba de caminar). La semana siguiente hice nuevamente la
travesía ucevista paseando desde la entrada hasta el reloj, el rectorado, los
monumentos, la tierra de nadie, los larguísimos pasillos (hoy colapsados) hasta
los galpones, a revisar la lista de admitidos, allí estaba entre los únicos 30
admitidos (era el numero 10) quedó gente fuera, ciertamente, me alegré, me
regresé también de tarde, ya siquiera podía imaginar cómo sería todo. Finalizó
1988, iniciaba el turbulento y relampagueante 1989, ya me había inscrito antes
de diciembre, tres (3) asignaturas que luego tuve que reducir a dos (2) por
aquello de los horarios matutinos y los permisos laborales que no eran fáciles
en esa época. Comenzaba así una nueva etapa en mi vida, tan larga que se ha
extendido hasta mis actuales días, con los estudios, con los profesores, con el
conocimiento, con la maduración necesaria que vendría, con la academia en
pleno; culminé, como ya he relatado en otros anecdotarios, en 1991, y
formalmente , en 1994 esa magnífica aventura de alumno, con excelente promedio
(18 puntos), subí al Aula Magna para
recibir un título de cuarto nivel bajo las NUBES DE CALDER, así como lo hice en
la Católica de Caracas en 1981; aun me aguardaban los capítulos de la docencia,
de los cursos de doctorado iniciados y aun en curso, y el término al caer el
telón, con mi jubilación y despedida de la UCV luego de 25 años de trabajo, en
2018. Qué buena decisión no seguir a mi casa aquella tarde, qué bueno y feliz
el haberme devuelto a la UCV, Dios sin duda alguna, mostrándome el camino
correcto.
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